La ciudad, si bien ubicada en Uruguay, comparte una serie de rasgos y similitudes con Europa, principalmente con Suiza, Alemania y Francia, como resultado de su estrecho vínculo con el monopolio cultural y social de esos países.
La fiesta del primero de agosto, celebrada en los cantones suizos, es aún más notoria y extravagante en Nueva Helvecia. Asimismo, la conmemoración en torno al aniversario de la Confederación Helvética se extiende incluso hasta por un período de treinta días, comenzando con el tradicional llamamiento de las Iglesias católica y evangélica, y culminando con un almuerzo de estilo familiar en el que se reúnen autoridades departamentales y nacionales.
Por otro lado, un aspecto relevante de la arquitectura neohelvética es que, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades uruguayas, en este cono urbano es posible apreciar un diseño de naturaleza heráldica, en el que cada edificación porta un escudo simbólico en referencia a los diferentes cantones suizos desde donde llegaron los primeros pobladores de la metrópoli.
No es menos importante el hecho de que en Nueva Helvecia predomina una gastronomía distinta, más arraigada a aquella de Europa central, en la que destacan una amplia variedad de quesos, lácteos y sus derivados. El famoso queso colonia, así como el semiduro y el dambo, fue introducido en 1868 por Juan Teófilo Karlen, de origen suizo, y que junto a su familia se establecería en la ciudad para dar comienzo a una nueva cultura y un estilo culinario hasta ese entonces bastante ajeno al conocimiento de la población local.
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